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“La lectura de Camino me produjo una gran impresión. Vi que aquel trabajo, que me divertía y apasionaba tanto, podía hacerme santa. Me di cuenta de que sin que nadie me lo hubiera dicho, yo también rezaba al estudiar. Y comprobé que aquel cuadrito de la Oración en el Huerto de Salzillo, que había colgado frente a mi mesa de trabajo, cuando llegué a la Marina, me servía para aquello de levantar los ojos al Señor, cuando los tenía cansados del microscopio”.
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Memorias de Piedad de la Cierva, 1992

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