Aquello supuso una reorganización de institutos y departamentos y la depuración de muchos expertos e investigadores, por cuestiones ideológicas. La Junta para la Ampliación de Estudios (JAE), que había coordinado la investigación nacional antes de la guerra, fue sustituida por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en 1963, ideado por José María Albareda, quien sería su secretario general hasta su fallecimiento en 1966.

 

Uno de los principios de Albareda estaba basado en la profunda convicción de servicio a Dios, a sus semejantes y a su labor para mejorar el mundo, promoviendo la investigación científica. Su empeño por dotar de una dimensión internacional a la organización y su trabajo, contrastaba con el nacionalismo y el aislamiento que caracterizaron a esta época. Comenzaron a fomentarse las relaciones exteriores del CSIC, y el envío de pensionados al extranjero atendiendo a los beneficios que reportaban esas actividades.