


La situación vivida por otras mujeres científicas durante el franquismo, nada tuvo que ver con la de Piedad. Con la llamada “limpieza de cerebros” el régimen depuró y castigó a investigadores que habían mostrado algún activismo político favorable a la República. La propia Piedad fue expulsada del Rockefeller en el año ‘36 y refugiarse, junto a su familia, en la Legación de Noruega durante un tiempo. Científicas como Pilar de Madariaga Rojo, Dorotea Barnés o Felisa Martín Bravo, fueron inhabilitadas o incluso tuvieron que exiliarse. Algunas fueron compañeras de Piedad en los primeros años del Instituto Nacional de Física y Química, lo cual no impidió que el régimen las sometiera a aquel castigo. Otras, como María Teresa Salazar Bermúdez, Guadalupe Ortiz de Landázuri o Jenara Vicenta Arnal Yarza, corrieron una suerte similar a la de Piedad y no tuvieron que abandonar el país, pudiendo desarrollar una carrera profesional de éxito.